Dos cosas he aprendido estos ultimos años: la una, que no puedo dejar de escribir y la otra, que no puedo dejar de tomar fotos. 

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Un día, leyendo un artículo de H. Cartier Bresson sobre su famoso y mal entendido Instante decisivo, aprehendí totalmente su sentido. El instante decisivo, no es ese instante en el cuál congelas o tomas el momento perfecto; si no, al contrario, es ese instante cuando reconoces que es el momento perfecto porque éste te ha tomado a tí. Desde que aprendí esto, entendí finalmente que la fotografía es un simple medio, posicionado por mí, en el que represento de una forma visual aquellos momentos que me han tomado.

 

Por este mismo hecho, debo decir que el ejercicio como fotógrafa es muy frustrante: he sido "tomada" tantas veces y la imposibilidad de transmitir estas experiencias de la forma más honesta, a través de la fotografía o las palabras, me frustra. Muchas veces me he quedado con la cámara en las manos frente a un momento que me absorbió por completo, y no la he tomado, ya que sé, que una fotografía no le hará justicia.

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Sin embargo, no puedo dejar de hacerlo, como dice Gabriel García Márquez "Si puedes vivir sin escribir, mejor no escribas". En mi caso, la fotografía es el medio con el cual me identifico para mostrar mi mundo, mis prismas y mis limitaciones como ser humana. Con el paso de los años he aprendido a diferenciar estos momentos y sé que hay muchos que nunca los podré transmitir ya que tengo consciencia de éstos límites. A pesar de ello, hago lo posible por hacerlo de una forma sencilla y directa, lo que veo y lo que experimento.